¿Podría ser?
Un día navegando por
redes sociales encontré gente alarmando acerca un joven que al parecer haría
una amenaza mortal, yo siendo policía estaba muy desorientado acerca una hazaña
de aquel tamaño, era un joven de Suecia (donde actualmente vivo). Investigando
un poco acerca de ello y teniendo datos, me aventuré con mi departamento de
policías hacia aquella escuela tan nombrada, esperando que no fuera otra de las
usuales bromas.
Al llegar sentí un
presentimiento extraño como que al separarme de mis colegas estuviera tomando
la peor decisión de mi vida, pero bueno, no tengo otra opción, hasta que
escuché una avalancha de disparos sin cesar, sentí una llamada ¡era uno de mis
compañeros por walkie talkie! Diciéndome que era la última esperanza. Al llegar
al lugar de los hechos, pero esperen, ¿podría ser? El conocido hombre estaba con la máscara de
Darth Veider, la conocida película de fantasías y mundos maravillosos pero aquí
nada era así, asesinó con un sable a todos mis colegas, al igual que un
profesor y estudiante, hipnotizado por aquellos cuerpos sin vida se me acerca y
tomo guardia, hasta que recurrimos a una eterna batalla en donde lo acabé con
mi SIG Sauer, siendo el héroe de la historia pero un villano para siempre.
Sonia Polett Fritz
Espinoza
6ºB
Máscara
Volvía
de Japón, cuando en el avión encontré el sable que me dieron en el campeonato
de artes marciales y lo enfundé. Llegué a Suecia, en el aeropuerto de
Estocolmo. Tomé un taxi, y al entrar, vi el uniforme de mi ex-escuela. De
pronto, algo oscuro entró en mí, quería desahogarme en algo o alguien. Y lo
único que se me ocurrió, fue vengarme. Me puse una capucha negra y una máscara,
así pude esconder mi ira en un lugar en el que nadie pueda verlo, y tomé mi
celular, me fotografié, y luego, desenfundé el arma y procedí a hacer lo que
nunca me imaginé: Desatar mi ira matando.
Fui a
mi ex-escuela, y busqué al Sr. James, ese viejo que me hizo repetir mi último
año, y busqué también a Johann, el matón dos años menor que yo que me dejaba en
ridículo, entonces, saqué mi sable y los asesiné a sangre fría…Escuché las
sirenas de la policía y todos corrieron aterrados. El oficial gritó: “¡Baje el
arma!”. En ese momento, abrí los ojos. Todo fue mi culpa. Ahora asumiré lo que
hice mal. Le lancé el sable al oficial, pero fallé. Lo único que recuerdo es
…Mi máscara.
Agustín
Soto Venegas
6ºB
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